En la terraza de un café, las jarras, tazas, platos y cubiertos marchan sin parar a la luz de la mañana. Este momento es el más productivo del día, ya que las personas no dejan de entrar al establecimiento. La luz brilla como el sol en verano sobre las mesas del humilde café de Belgrano. El sonido proveniente de las personas se escucha como campanas en la noche. Los mozos sirven lunas llenas que iluminan la cara de los clientes con su aroma y su gusto.
Entre el periodismo y la literatura
Este es un espacio del taller de escritura de alumnos y alumnas del Colegio Pestalozzi. Publicamos aquí nuestros textos; textos entre el periodismo y la literatura.
jueves, 24 de mayo de 2012
En la terraza de un café
En la terraza de un café, las jarras, tazas, platos y cubiertos marchan sin parar a la luz de la mañana. Este momento es el más productivo del día, ya que las personas no dejan de entrar al establecimiento. La luz brilla como el sol en verano sobre las mesas del humilde café de Belgrano. El sonido proveniente de las personas se escucha como campanas en la noche. Los mozos sirven lunas llenas que iluminan la cara de los clientes con su aroma y su gusto.
Familia gris
en el fondo de la calle
La oscuridad de la desigualdad
jueves, 17 de mayo de 2012
jueves, 28 de abril de 2011
Nuestro barrio, mi barrio
Desde la mañana, las escuelas comienzan entreteniendo a sus estudiantes, aburriendo a otros. La mente de algunos atraviesa los muros de la clase y se traslada a un mundo en el que todo sería como uno quisiese. No estaría sentado sobre una silla de madera, apoyando los brazos sobre la mesa, soñando despierto, intentando no quedarse dormido. Luego de atravesar varias horas de esta manera, llega la hora de marcharse.
Entre las cuatro y las cinco de la tarde, luego de que los colegios terminen sus clases, las cafeterías se encuentran llenas de clientes, las paradas de colectivos son largas colas de personas esperando un transporte vacío, las calles se inundan de vehículos que no avanzan más que unos pocos metros por semáforo, las puertas de las escuelas bloqueadas por alumnos y profesores que intentan salir mientras todos se saludan.
Luego de un par de horas las calles desiertas, llenas de basura. Papeles de estudio, envoltorios de comida, boletos de colectivos y trenes quedan atropellados en el piso. La luz se ha ido, pero los restos del día quedan sobre las calles.
El viento de la noche, agita la bandera del centro de la plaza. Honramos a su creador, nombrando así a nuestro barrio.
viernes, 15 de abril de 2011
MI BARRIO: MI LUGAR
Los edificios son una simple compañía. La luna es la única fiel compañera. Cada persona es un mundo que se dirige hacía distintas realidades y cualquiera puede ser sospechoso ante la inseguridad que nos rodea. Mi paso ligero recorre aquellas calles que de día son acogedoras y bellas.
Se escuchan los ruidos de los transportes públicos, las risas provenientes de los edificios que son comunes hoy por hoy en una reunión entre amigos. La altura de los edificios hace que parezca que cada uno de estos se peleara por estar más alto que la estructura vecina.
Los negocios, que cuando el Sol los ilumina, parecen cuidados, a la luz de la luna son el signo más parecido a lo que me refería anteriormente: la inseguridad y la soledad. En el interior de los negocios se puede ver un manto negro que cubre a la mercadería. El aspecto sombrío lo completan las rejas con todos los candados posibles.
Las veredas son lo más parecidos a los basurales, a pesar que de día se conviertan en las calles soñadas que se ven en las postales de todo el mundo. La noche hace que lo lindo se vea feo y lo feo se vea aún más feo. La alegría del día hace que lo no tan lindo se vea sin importancia y lo bello altere la alegría.
VOZ NARRATIVA
Los edificios no participan y la luna es la que sigue a las personas constantemente. La inseguridad hace que en los rostros de las personas se vea temor. Los transeúntes se dirigen hacia sus hogares, donde cada uno vive su propia vida y cada uno puede brindar temor, ya que la inseguridad es muy grande. Camino por las veredas que de día no se ven oscuras, sino lindas y alegres.
Las risas provenientes de los edificios y los ruidos de los motores de los vehículos son moneda corriente en estas noches vacías. Cada edificio es más alto que el de al lado y cada arquitecto busca que su edificación sea la que más resalte.
Los negocios están cerrados, debido a la inseguridad. Las cadenas y candados hacen que todo se vea aún más sombrío. Esto ayuda que las calles se vean muy sucias, aunque de día se vean distintas, tanto las feas como las lindas calles del barrio.