jueves, 24 de mayo de 2012

En la terraza de un café


En la terraza de un café


En la terraza de un café, las jarras, tazas, platos y cubiertos marchan sin parar a la luz de la mañana. Este momento es el más productivo del día, ya que las personas no dejan de entrar al establecimiento. La luz brilla como el sol en verano sobre las mesas del humilde café de Belgrano.  El sonido proveniente de las personas se escucha como campanas en la noche.  Los mozos sirven lunas llenas que iluminan la cara de los clientes con su aroma y su gusto.
A medida que el día va pasando, el café se vacía como el agua de un balde cayendo.
Los mozos ya no visten sus mascaras de felicidad, sino que parecen cansados y malhumorados. A la noche, las duras mesas, ya desocupadas, saben que su día terminó.
Los trabajadores se retiran porque saben que a la luz de la luna, el café, descansa.

Familia gris



Familia gris
En la calle
En una esquina
En un bar
Junto a las vías de un tren
Al lado de un basural
A orillas de un rio contaminado
Siempre presentes, siempre a la vista. Y sin embargo, nadie los ve
El olor a cloaca los sigue por donde vayan
Jóvenes, adultos y ancianos
Niños
Niños con el hambre pintado en los ojos. Rostros ásperos como trapos viejos, pidiendo  una moneda.
Familias enteras, en donde la felicidad ya no existe. Fantasmas paseando por la ciudad; con sus carros y sus harapos barriendo las calles.

en el fondo de la calle


En el fondo de la calle

En el fondo de la calle los edificios mueren altos en el cielo celeste como la bandera. Lejos, muy lejos se ve la esa casa de color de algodón de azúcar teñido.  Los árboles,  algunos cerca y otros lejos, verdes y marrones como el otoño, nacen y mueren. 
Un edificio público se traga hombres y mujeres  que corren como cheetas por la calle de cemento gris como las nubes. El olor  repulsivo del humo de los autos, camiones y colectivos. El ruido del tren que aturde a las palomas que vuelan en busca de alimento por las calles pobladas de corredores de autos. Los oídos se aburren de escuchar siempre los mismos insultos y quejas de los transeúntes.
Raúl Gonzales tuN(enie)on

La oscuridad de la desigualdad


En la triste bajada de la Lugones , donde la oscuridad de la desigualdad está mas lucida que nunca , la famosa villa 31 y a su lado un gran hotel de lujo llamado 4 seasons, marcan el camino hacia el gran centro  buenosairino, en camino también hacia puerto madero donde el poder de un pedazo de papel azota las diferencias , sin dejar niguna duda de la clase social que allí podría habitar. La luz entristecida de los faroles fumadores , dan  a ver el pasaje de un ambiente melancólico al esplendor del trabajo y la brillantez.

jueves, 17 de mayo de 2012


Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...
 Es ese momento excepcional cuando va caminando por la calle hoy, un feriado, y la vía de compras esta para circunstancias urbanas y de avenida prácticamente vacía.
 Es de mañana y uno disfruta del sol, que aún es poco, del astro cuyos rayos iluminan sólo su vereda. Siente que se le hace la piel de gallina al rozar los rayos sus brazos. Irradia paz el poco ruido y los transeúntes recorriendo la calle relajados.
 Los monederos, que en esta zona de la ciudad reciben una asignación de gran monto, están hoyferiado cerrados, y nadie cruza, hoy, la puerta, a probarse prendas, y los barrotes delante de la vidriera.
 Encontré en las baldosas delante de mí varias cargas que los caminantes dejaron caer, y eso me hizo darme vuelta, para descubrir que también yo había perdido varios lastres. En las baldosas y al sol.
 El cielo, como un amplio lienzo de tela celeste, que se extiende sobre su cabeza, y el aroma a pan fresco y crujiente, que viene de la panadería. Y no son muchas las nubes, que como algodón de azúcar recorren la extensa sábana, que aquí bien se puede divisar, porque la avenida es amplia y ancha, y un bulevar recorre la avenida por la mitad de la distancia que uno recorre al cruzarla, como todos los bulevares.