En la terraza de un café
En la terraza de un café, las jarras, tazas, platos y cubiertos marchan sin parar a la luz de la mañana. Este momento es el más productivo del día, ya que las personas no dejan de entrar al establecimiento. La luz brilla como el sol en verano sobre las mesas del humilde café de Belgrano. El sonido proveniente de las personas se escucha como campanas en la noche. Los mozos sirven lunas llenas que iluminan la cara de los clientes con su aroma y su gusto.
A medida que el día va pasando, el café se vacía como el agua de un balde
cayendo.
Los mozos ya no visten sus mascaras de felicidad, sino que parecen cansados
y malhumorados. A la noche, las duras mesas, ya desocupadas, saben que su día
terminó.
Los
trabajadores se retiran porque saben que a la luz de la luna, el café,
descansa.